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Boris Vian: Ramón Chao e Ignacio Ramonet siguen sus huellas.

5 febrero, 2012

Boris Vian visto por el artista gallego Pablo Gallo.

Seguimos el paseo y llegamos al Tabou, una sala de jazz minúscula, imprescindible en el Parísque se recomponía después de la Segunda guerra mundial. Animaban la sala los acordes, las melodías de Alain y Boris Vian con su orquesta.

Boris el rebelde, que cruzó la vida como un meteoro, tocaba la trompeta de bolsillo a la que llamaba « trompineta». Por allí pasaba Juliette Gréco, encarnación del existencialismo, así como la juventud inquieta del momento.

Vian llevaba una vida de pordioseo “Ah! Si tuviera franco y medio”, cantaba para resumir su situación. Y encima tuvo que cesar de soplar por fallo en los pulmones. Abandona el Tabou y promueve el Club Saint-Germain-des-Prés con Duke Ellington, Charlie Parker, Miles Davis y otros americanos.

Metomentodo genial, Vian mereció numerosos ataques, y no sólo por parte de los defensores del orden establecido, sino también de la izquierda razonable: molestaba a la República de los partidos, de las letras y de las artes. Fueron célebres y nunca hicieron mella en él sus peloteras con «Jean-Sol Partre[1]» y los sarpullidos que levantaba con los conciertos de jazz (« música de salvajes»), pues Vian era mucho más que un artista provocador; siempre estuvo contra las injusticias, la violencia y los belicosos. « Le habían inculcado – anota un biógrafo- el más absoluto desprecio por la Trinidad social : Dinero,  Iglesia y Ejército.»  En el Tratado de civismo que escribió en 1930 preconiza ni más ni menos que « la edificación de un nuevo concepto de sociedad, una remodelación de la humanidad social». Su canción más célebre, « El desertor », escrita al final de la guerra de Indochina y poco antes de comenzar la de Argelia, fue prohibida en las radios a causa de sus versos finales:

Si acaso me buscais / Si vous me poursuivez

Avisad a los guardias / Prévenez vos gendarmes

Que siempre llevo un arma / Que je possède une arme

Y sé tirar muy bien / Et que je sais tirer.

Más tarde los dos últimos versos fueron sustituidos por otros pacifistas :
Que no llevaré un arma / Que je n’aurai pas d’arme
Y podrán disparar / Et qu’ils pourront tirer.

De este modo « El Desertor » alcanzó un éxito inmenso allá por 1960. Tanto Mouloudji como Peter, Paul and Mary y otros la incorporaron a su repertorio, pero Boris Vian ya descansaba en la tumba.

« Lo que cuenta –dejó dicho en L’Écume des jours -, no es la felicidad de todos, sino la de cada individuo».

A lire :

Boris Vian Vercoquin et le plancton, Gallimard, 1946. L’Ecume des jours, Gallimard, 1947. L’Autome à Pékin, Le Scorpion, 1947. L’Herbe Rouge, Toutain, 1950. L’Arranche – coeur, Vrille, 1953. Les fourmis, Le Scorpion, 1949. Les Lurettes fourrées, J. J. Pauvert, 1962. Surprise-partie hrez Léobille, Revue de Poche, 1965. Barnum’s digest. Aux Deux Menteurs, 1948. Cantilènes en gelée, Rougerie, 1950. Je voudrais pas crever, J. J. Pauvert, 1962. Textes et chansons, Julliard, 1966.

Théâtre : L’Equarrissage pour tous, Gallimard, 1948. Le Goûter des généraux, Dossiers du Collège de Pataphys.que, nu­méros 18-19. Les Bâtisseurs d’empire, L’Arche, 1959. Le Dernier des métiers, J. J- Pauvert, 1965.

Boris Vian, par Jean Clouzet. Poètes d’aujourd’hui. Edi. Seghers.

Noël Arnaud. Les vies parallèles de Boris Vian. Livre de poche n°14521.


[1]              Jean-Sol Partre est un penseur et un philosophe dans le roman L’Ecume des jours. Il s’agit d’une contrepèterie de Jean Paul Sartre dont Vian était l’ami. C’est un hommage au grand penseur, mais un hommage à la Vian : irrespectueux, caricatural et drôle. Partre est un prédicateur obscur et cérémonieux qui manie les foules (intellectuelles, snobs ou qui se prétendent comme telles) en maître vénéré et impérieux. En fait, il dit n’importe quoi et personne ne le comprend alors que tous se réclament de lui.

                 

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