Hablando del mayo francés, del 68 y sus repercusiones en todo el mundo occidental, hubo un hecho en Uruguay, más precisamente en Montevideo, que marcó para siempre al movimiento estudiantil.
El policía del artículo se llamaba Liberto, nombre por demás significativo cuando quien responde al mismo se quita la vida en tiempos de opresión. Pero el caso ocurrido en Uruguay fue aún más llamativo, si tomamos en cuenta la estricta relación entre el nombre y el hecho.
El 14 de agosto de ese año, en una marcha estudiantil por las calles de Montevideo, la policía mata por error (siempre dicen que es por error pero esa vez me consta que fue mayúsculo) al primer estudiante uruguayo asesinado por uniformados en una manifestación. Su nombre: Líber Arce. No es difícil imaginar al jefe de policía a los gritos contra la inoperancia de sus subalternos. Dudo que le importara demasiado la muerte del joven; en todo caso, no tanto como darle el primer mártir al movimiento estudiantil, cuyo nombre además simbolizaba una consigna, un camino a seguir. Hay coincidencias difíciles de creer.
Hablando del mayo francés, del 68 y sus repercusiones en todo el mundo occidental, hubo un hecho en Uruguay, más precisamente en Montevideo, que marcó para siempre al movimiento estudiantil.
El policía del artículo se llamaba Liberto, nombre por demás significativo cuando quien responde al mismo se quita la vida en tiempos de opresión. Pero el caso ocurrido en Uruguay fue aún más llamativo, si tomamos en cuenta la estricta relación entre el nombre y el hecho.
El 14 de agosto de ese año, en una marcha estudiantil por las calles de Montevideo, la policía mata por error (siempre dicen que es por error pero esa vez me consta que fue mayúsculo) al primer estudiante uruguayo asesinado por uniformados en una manifestación. Su nombre: Líber Arce. No es difícil imaginar al jefe de policía a los gritos contra la inoperancia de sus subalternos. Dudo que le importara demasiado la muerte del joven; en todo caso, no tanto como darle el primer mártir al movimiento estudiantil, cuyo nombre además simbolizaba una consigna, un camino a seguir. Hay coincidencias difíciles de creer.